Cae la noche! Que alguien la agarre.
Si la noche cae
en esta ciudad
que suena a
piano apurado
la va a desafinar.
No es justo que caiga
sin que se puedan
esconder
los decentes
corazones mendigos
que ya soportaron tantas lunas en la nunca
sentados en la
vereda
contando las imperfecciones del asfalto.
Necesitan un
respiro,
un descanso a
la rutina
de permutar las
sombras de madrugada
en ese gastado
optimismo de encontrar lo que están buscando.
Piden a gritos
un mes entero
de mañanas de Martes
para que la roída fé encuentre un remanso
en una siesta o
en un mate.
¿No vé
acaso a estos pordioseros
reanudar cada atardecer una sonrisa?
Por favor, que
lo vea .
Esos ánimos
errantes imploran misericordia
para reponer
ojeras, comprar cigarrillos, buscar hojas nuevas
cambiar sábanas
de una sola plaza.
Pero si esta noche cae
va a ser una masacre
y los barrenderos van a lidiar con cuerpos poetas
en las esquinas de lo que pudo
haber sido.
La oscuridad sin silbidos
se va a llenar de grillos
y va a ser insoportable cuando haya amanecido.