Cuando sea grande quiero ser superhéroe.
Por ahora,
estoy trabajando en mi doble identidad. Estoy
puliendo este asunto de ser mediocre, una más del montón, gris y monótona, hasta
que una radiación nuclear, una alineación planetaria, o un contacto divino
hagan lo suyo.
Sé que mallas
no voy a usar, porque me aprietan y dejan marcas rojas. Mi traje
va a ser un pijama. Lo cual es conveniente por si el crimen me agarra
durmiendo. Tampoco voy a usar capa porque se arruga mucho y no puedo detener malhechores
si me paso el día planchando.
Tener superfuerza no me parece muy femenino,
seguramente no me jacte de eso. Y en cuanto a volar , sinceramente no creo,
porque con el viento, el cabello en la cara me nublaría la visión, y con tantos
edificios en la ciudad, mejor superhéroe peatón que una nariz aplastada.
Guarida
secreta considero ahora que es muy húmedo y oscuro, mi asma no me lo agradecería. Un departamento
en planta baja y con luz natural no sería algo muy riesgoso.
Combatir el mal, lo que se dice combatir el mal,
me parece medio exagerado, a lo sumo ayudo a proliferar el bien. Pero cómo ninguna.
El kiosquero de enfrente se burla porque compro
un Santa Julia en pantuflas. Me vende el vino carísimo y me da caramelos como
vuelto. Iluso. Ni sospecha que cuando sea grande lo voy a liquidar.